1.- Las empresas españolas pierden ventas
La facturación de las empresas se compone de dos elementos: número de unidades vendidas y precio unitario. Su producto da la cifra de negocio. El precio unitario ha subido, básicamente por el aumento de la inflación, y las unidades vendidas ha disminuido por varios factores: la invasión de Ucrania por Rusia, la guerra supone incertidumbre en el futuro, luego hace más conservadores a los consumidores. Las expectativas futuras son negativas: creceremos menos, seguirá alta la inflación, etc., así que una parte de la población, la de mayores ingresos, destina una parte de ellos al ahorro o a reducir deuda (sabedores de que los tipos de interés van a subir de forma inminente), y la de menores ingresos está tirando del ahorro (escaso) que tenían acumulado.
Además, la inflación de costes que sufren las empresas las está llevando a reducir sus márgenes y probablemente la primera medida que adoptarán sea reducir sus niveles de producción, lo que les llevará a menor facturación, pero mantendrán la rentabilidad en valor absoluto y la incrementarán en términos relativos.
Piénsese que el objetivo fundamental de las empresas no es facturar más, sino obtener la mayor rentabilidad posible, al menor coste, y si pueden conseguirlo con un menor volumen, mejor, menos riesgos corren de cara a un posible shock de demanda.
La noticia viene precedida por un informe de la AIReF, que ha incorporado un nuevo indicador a su modelo de previsión MIPred, a partir del dato de ventas diarias mensualizadas que elabora la AEAT. En concreto, el dato de marzo 2022 asciende a una tasa de variación interanual de las ventas totales del 4,9%, frente al 8,8% de febrero 2022. Habría que analizar en qué medida el dato se ha visto influido por la guerra en Ucrania (comenzó el 24 de febrero), pero sin duda que lo ha sido, por lo que habrá que esperar a conocer ñps datos de los próximos meses para estimar su tendencia.
2.- Puestos de trabajo que se quedan sin cubrir
Esta situación no afecta ni a todos los trabajadores ni a todas las actividades. Solo lo hace a los más jóvenes, a la franja de edad comprendida entre los 25 y los 35 años (los mayores de 45 años apenas tienen oportunidades), a las actividades más gravosas (construcción, hostelería) y a los puestos que requieren menor cualificación.
Las PYMES en España suponen más del 95% del tejido empresarial. Por lo general, las personas jóvenes, más aún los recién graduados, prefieren trabajar en una gran empresa, porque encuentran más oportunidades para desarrollar una carrera profesional y prosperar, y también un mejor entorno de trabajo, donde aprenden más y reciben formación continuada.
No es una cuestión de salario, probablemente el salario de entrada en determinados puestos que requieren cierto nivel de cualificación sea superior en una PYME que en una empresa grande, pero con menos posibilidades de incrementarse en el tiempo. Los profesionales más cualificados quieren poner en práctica y desarrollar sus conocimientos, y en una PYME se ven más limitados, más encasillados.
Por otro lado, ciertos trabajos, justo aquellos que mayor desfase existe entre demanda y oferta, son rechazados por su penosidad o por las dificultades que existen para conciliar la vida laboral y la familiar. Es el caso de la hostelería o de la construcción (se necesitan entre 300.000 y 700.000 trabajadores), trabajos en los que se pueden obtener unos ingresos superiores al medio, pero con unos horarios o condiciones de trabajo complicados.
Posiblemente la solución en la hostelería y actividades vinculadas pase por los empleos a tiempo parcial, medias jornadas o por horas, como en numerosos países (Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda), donde son ocupados en una buena parte por estudiantes u otros colectivos (madres/padres con hijos en edad escolar).
Más complicado lo tiene el sector de la construcción, porque requiere dedicación intensiva y alguna experiencia. Posiblemente ese sea el mayor problema del sector: la escasa experiencia de muchos de sus trabajadores y la enorme rotación. También aquí habría que considerar el impacto que tiene la subcontratación, tan extendida en todas las actividades, con un gran número de PYMES y autónomos subcontratados por las grandes constructoras, normalmente con empleos precarios y bajos salarios.
La puesta en práctica de la FP Dual debería contribuir a resolver parte del problema, al compatibilizar formación y práctica.
3.- ¿Se desplomará la inflación al final del próximo año?
No, rotundamente. Es imposible por las circunstancias de la economía mundial y las de la zona Euro y España. El informe emitido antes de ayer por el FMI prevé una inflación para España al cierre de 2022 del 5,3%, bastante inferior por ejemplo a la que acaba de pronosticar a principios de abril el Banco de España (7,5%), normalmente más próximo a la realidad española que el FMI y la OCDE.
España es absolutamente dependiente de las compras al exterior tanto de energía, como de materias primas y materiales, pues el peso del sector industrial en nuestro PIB es relativamente pequeño (el 14,69% en 2020, frente al 18,7% en 2000, un 4% inferior, que supone un 22% de caída), así como el de la industria manufacturera (el 11,03% en 2020, frente al 16,2% en 2000, una caída del 32%). Tenemos que comprar de casi todo y ha subido enormemente: el aluminio (un 100% en los dos últimos años), el acero (el 100% en el último año), pero también el trigo, el maíz o el girasol, que han subido más de un 50%. Ni que decir el precio de la energía: la electricidad en marzo 2022 fuer un 130% superior a marzo 2021 y un 33% superior a febrero 2022. Algunos operadores estiman que el precio de la luz será en 2022 un 40% superior a 2021.
Lo único que podrá contener la inflación es que no se indexen las subidas salariales, como pretende el Gobierno con su pacto de rentas, pero de ser así, probablemente se producirán dos efectos perversos: la reducción del consumo, sobre la que se basa en buena medida el crecimiento de nuestro PIB, y los conflictos sociales, que producirían perdida de actividad y competitividad.
Por último, falta por ver si los fondos NextGeneration llegarán o no a las empresas. Si lo hacen, será muy positivo para la actividad y salida de la crisis, pero generará inflación añadida.
La combinación ideal sería una bajada de impuestos selectiva y una racionalización/reducción del gastos público, que está tan desbocado como la inflación, en parte por efectos derivados de la pandemia, y en parte debido a medidas de carácter ideológico, con nula incidencia sobre la actividad económica ni el empleo.
Comments are closed.