1.- ¿Por qué se produce esta falta de trabajadores?
Las PYMES en España suponen más del 95% del tejido empresarial. Por lo general, las personas jóvenes, más aún los recién graduados, prefieren trabajar en una gran empresa, porque encuentran más oportunidades para desarrollar una carrera profesional y prosperar, y también un mejor entorno de trabajo, donde aprenden más y reciben formación continuada.
No es una cuestión de salario, probablemente el salario de entrada en determinados puestos que requieren cierto nivel de cualificación sea superior en una PYME que en una empresa grande, pero con menos posibilidades de incrementarse en el tiempo. Los profesionales más cualificados quieren poner en práctica y desarrollar sus conocimientos, y en una PYME se ven más limitados, más encasillados.
Por otro lado, ciertos trabajos, justo aquellos que mayor desfase existe entre demanda y oferta, son rechazados por su penosidad o por las dificultades que existen para conciliar la vida laboral y la familiar. Es el caso de la hostelería o de la construcción (se necesitan entre 300.000 y 700.000 trabajadores), trabajos en los que se pueden obtener unos ingresos superiores al medio, pero con unos horarios o condiciones de trabajo complicados.
Posiblemente la solución en la hostelería y actividades vinculadas pase por los empleos a tiempo parcial, medias jornadas o por horas, como en numerosos países (Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda), donde son ocupados en una buena parte por estudiantes u otros colectivos (madres/padres con hijos en edad escolar).
Más complicado lo tiene el sector de la construcción, porque requiere dedicación intensiva y cualificación. Posiblemente ese sea el mayor problema del sector: la escasa cualificación de muchos de sus trabajadores y la enorme rotación. También aquí habría que considerar el impacto que tiene la subcontratación, tan extendida en todas las actividades, con un gran número de PYMES y autónomos subcontratados por las grandes constructoras, normalmente con empleos precarios y bajos salarios.
2.- La luz baja, ¿energías renovables?.
El precio de la luz baja … hoy. Es una anécdota, para efectuar un análisis riguroso hay que ver su evolución a medio plazo y su tendencia en los próximos trimestres. El precio de la electricidad en el mercado mayorista en el mes de marzo 2022 fue de 284,8 €/MWh, un 130% superior a marzo 2021 y un 33& superior a febrero 2022. Algunos operadores (Naturgy) estiman que el precio de la luz será en 2022 un 40% superior al de 2021. La excepción ibérica que han solicitado los Gobiernos de España y Portugal, se retrasa por Bruselas y parece que las condiciones que impondrá finalmente, serán muy diferentes a las solicitadas, por lo que el impacto sobre el precio final será poco significativo.
España ha liderado en los últimos años la instalación de energías renovables. En concreto, en 2021, se instalaron 3.229,4MW, a la vez que se desconectaron 1.959,2MW de centrales térmicas de carbón. En energía eólica se instalaron 584 MW en los últimos 12 meses y 2.645 en fotovoltaica.
Según datos de IRENA, la Agencia Internacional de Energía Renovable, al cierre de 2021 España tenía instaladas 59.108MW de potencia de energías limpias, situándose en 8o lugar del ranking, por delante de Italia, Reino Unido o Francia.
3.- ¿Se desplomará la inflación al final del próximo año?
No, rotundamente. Es imposible por las circunstancias de la economía mundial y la de la zona Euro y España. El informe emitido ayer por el FMI prevé una inflación para España al cierre de 2022 del 5,3%, bastante inferior por ejemplo a la que acaba de pronosticar el Banco de España (7,5%), normalmente más próximo a la realidad española que el FMI.
España es absolutamente dependiente de las compras al exterior tanto de energía, como de materias primas y materiales, pues el peso del sector industrial en nuestro PIB es relativamente pequeño (el 14,69% en 2020, frente al 18,7% en 2000, un 4% inferior, que supone un 22% de caída), así como el de la industria manufacturera (el 11,03% en 2020, frente al 16,2% en 2000, una caída del 32%). Tenemos que comprar de casi todo y ha subido: el aluminio (un 100% en los dos últimos años), el acero (el 100% en el último año), pero también el trigo, el maíz o el girasol, que han subido más de un 50%.
Lo único que podrá contener la inflación es que no se indexen las subidas salariales, como pretende el Gobierno con su pacto de rentas, pero de ser así, probablemente se producirán dos efectos perversos: la reducción del consumo, sobre la que se basa en buena medida el crecimiento de nuestro PIB, y los conflictos sociales, que producirían perdida de actividad y competitividad.
Por último, falta por ver si los fondos Next Generation llegarán o no a las empresas. Si lo hacen, será muy positivo para la actividad y salida de la crisis, pero generará inflación.
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